En todo el proceso de desposte, envasado, almacenamiento y traslado, la carne se mantiene siempre refrigerada, optimizando su calidad y conservación posterior. Ello asegura que la carne no sea sometida a constantes cambios de temperatura durante su comercialización, lo que produce un aumento del contenido microbiano, afectando directamente su calidad y tiempo de conservación.
El desposte de la carne envasada al vacío se hace en salas de altos estándares de calidad, con condiciones adecuadas de refrigeración, garantizando una higiene, que difícilmente puede otorgar un establecimiento tradicional de venta minorista.
Evita la oxidación provocada por el oxígeno, y por tanto, la putrefacción es nula. Estabiliza el sabor y frescura de la carne, ya que no hay mermas por pérdidas de líquidos o grasas. Permite realizar compras de volumen y racionalizar en porciones. Crea un sistema de resguardo ante cortes en la cadena de frío.
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